Irene Zapata | Saltillo, Coah.- Con flores, amor y a la vez nostalgia, Felipe llega al panteón para visitar a su esposa Celestina Barrientos, con quien pasó más de 30 navidades que no olvidará pues ambos daban todo para que sus hijos no olvidaran esos días en los que los llenaban de juguetes y felicidad.
Rosas de todos los colores eran las favoritas de Celestina y por eso su nieta e hija le hicieron algunas con sus manos, pues sienten que con ello le dieron el calor que en estas fechas intercambian.
Agregan que esta es la primera cena de Noche Buena sin ella, la cual sin duda alguna no sabrá igual a la de todos los años, pues faltará su sazón, aquel que era su secreto.
“Hace como tres meses se nos fue y quisimos venir a verla para que esta noche no se sienta tanto su ausencia, estoy feliz de haber estado todas las navidades a su lado mientras vivió, y quiero que sepa que siempre esta en nuestra mente”, dijo Felipe, su hijo.
La tumba de Celestina luce radiante, y con flores de todos colores en que en su mayoría son blancas, pues para la familia es sinónimo de que cumplen con su promesa; darse amor, paz y tranquilidad entre ambos, el sueño que siempre tuvo en vida.
Mientras terminan de arreglar la tumba, los familiares rezan un rosario y piden por el descanso eterno de Celestina, quien en vida siempre los escuchó, los ayudó y los motivó a salir adelante y sobre todo les enseñó a ser hermanos en estas fechas decembrinas.
Finalmente, Felipe y su hijo, quien lleva su mismo nombre, se despiden de la tumba de Celestina, no sin antes decirle que en esta noche nadie ocupará su lugar en la mesa, pues para ellos, ella estará presente con su invitación: “Ya vénganse a comer, ya está listo todo”….