A cuatro meses de registrar el primer caso de COVID-19, Estados Unidos superó este miércoles la barrera de las 100.000 víctimas mortales.
Alrededor del 6% de los 1,7 millones de personas que han contraído la enfermedad han fallecido, de acuerdo con los cálculos del centro de seguimiento de la universidad Johns Hopkins.
Casi un tercio de las víctimas mortales se han registrado en el estado de Nueva York, más que toda España o toda Francia a pesar de no llegar a los 20 millones de habitantes.
Al dolor por la dramática pérdida de vidas humanas se suma la inquietud de muchos estadounidenses por la falta de control de la epidemia a nivel nacional.
Aunque el ritmo de contagios y defunciones se ha ralentizado, todo el país ha relajado en mayor o menor grado las restricciones y hay muchos ciudadanos que nunca se han tomado en serio la crisis, negada en primera lugar por su presidente, Donald Trump.
El grupo de trabajo de la Casa Blanca dijo el pasado 31 de marzo que, sin medidas de prevención, la cifra de muertes podría elevarse a entre 1,5 y 2,2 millones de personas.
Si se adoptaba restricciones, la cifra de víctimas mortales podría rebajarse a entre 100.000 y 240.000 vidas, de acuerdo con diferentes modelos que manejaban.
Trump apuntó que cualquier cifra por debajo de 100.000 víctimas mortales sería un éxito.
El aspirante demócrata a la Casa Blanca en las elecciones de noviembre, Joe Biden, publicó un mensaje de condolencias a las familias de las víctimas y recordó el informe de la Universidad de Columbia que calcula que de haberse tomado medidas una semana antes, habría sufrido 36.000 muertes menos