Redacción.- Alicia Ernestina de la Caridad Martínez del Hoyo, la única latinoamericana en ostentar el título simbólico de “prima ballerina assoluta”, murió este jueves en un hospital de La Habana en el que había ingresado horas antes por una baja de tensión arterial muy fuerte, informó el Ballet Nacional de Cuba, compañía que ella fundó y dirigió.
Alonso tenía 98 años, y quien pese a su avanzada edad permanecía en activo al frente del prestigioso BNC, se encontraba ingresada por complicaciones de salud en el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (CIMEQ).
Alonso se mantuvo hasta el final de sus días al frente del Ballet Nacional de Cuba, aunque en los últimos tiempos las decisiones ejecutivas las tomó su sucesora Viensay Valdés.
De singular rostro, expresivo perfil en punta y técnica dancística inigualable, con su personalidad carismática atrajo el amor, pero también el odio. Tuvo fama de mujer despiadadamente exigente y enemiga de aquellos que se cruzaban en sus decisiones.
Pero ante todo, fue la pasión desbordante lo que impulsó su vida: “Arte, maestría y sufrimiento, las tres cosas que marcaron mi carrera”, sintetizó la prima ballerina assoluta de Cuba en una entrevista con The Associated Press a finales de la pasada década.
Nacida el 21 de diciembre de 1920 en La Habana, Alonso inició su formación artística en 1931 en la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical.
Poco después se trasladó a Estados Unidos, donde continuó sus estudios con Enrico Zanfretta, Alexandra Fedórova y varios profesores eminentes de la School of American Ballet.
A finales de la década de 1930 estaba lista para su debut profesional y lo hizo en Broadway, trabajando en comedias musicales.
En 1939 ingresó al American Ballet Caravan, antecedente del actual New York City Ballet, y se incorporó al Ballet Theatre of New York cuando este se fundó un año después.
A partir de allí su carrera cosechó toda clase de éxitos interpretando los papeles más destacados del repertorio clásico y romántico junto a los grandes de la coreografía mundial: Mijail Fokine, George Balanchine, Leonide Massine, Bronislava Nijinska, Antony Tudor, Jerome Robbins y Agnes de Mille.
Su retiro definitivo del escenario se anunció el 29 de diciembre de 1995, al bajar el telón tras una presentación de “Farfalla”, en la ciudad italiana de Faenza pero siguió al frente de la compañía.
En Cuba y en el extranjero su trabajo le mereció las más altas condecoraciones y compañías como el Ballet Theatre of New York o el Bolshoi de Moscú reconocieron su figura haciendo sendas presentaciones de homenaje en las temporadas 2010, cuando ella cumplió 90 años.
Le sobreviven una hija, Laura Alonso, un nieto, Iván (Monreal Alonso), y dos bisnietas, Carmen y Camila, así como su segundo esposo, Pedro Simón, con el que contrajo matrimonio en 1975 y quien es director del Museo Nacional de Danza creado por Alicia Alonso en 1998.