#METOO: La otra cara de las denuncias de acoso y la responsabilidad del movimiento

Agencias.- No hay manera de silenciar a las mujeres y niñas que han sido víctimas de agresiones de índole sexual, tampoco de discriminación en diversos entornos como el trabajo o la escuela, o que han sido objeto de difamación bajo un sistema opresor que no les permite ser libres y responsables de esa libertad.

Las circunstancias actuales, llevan a hablar del contexto violento, discriminatorio y desigual en el que se desarrollan las sociedades, en especial la mexicana basada en una cultura machista sustentada, asimismo, en varios elementos como la religión, tradiciones, valores familiares y entorno sociopolítico. Las mujeres  han sido violentadas desde hace mucho tiempo y es momento de hablar del tema.

Se han creado distintas organizaciones y movimientos de búsqueda de igualdad y denuncia que trabajan a favor de las mujeres y apoyan a las víctimas para atravesar un proceso tortuoso (como nos ha enseñado la historia donde la justicia es nula). Sin embargo, los modelos del movimiento se realizan con base en los preceptos culturales e históricos de un país como Estados Unidos. Y quizá aquí, sin demeritar la lucha, se encuentra nuestro error.

#MeToo de escritores, músicos, cineastas y académicos toma fuerza en México

Nacieron movimientos y discursos feministas de lucha como Time’s Up y #MeToo, los cuales se han tambalea o en un par de años entre silencios, denuncias y es justo decirlo, acusaciones falsas o exageradas.

En México el fenómeno es completamente distinto. Las agresiones son más salvajes, brutales y conocidas, pues suceden a diario. Esos “coqueteos”, aquí, se han convertido en cifras alarmantes. A esto se le suma el hecho de que el movimiento como tal, ese primer #MeToo, parece haber llegado un poco más tarde.

Un hombre se masturba en un parque, y la mujer que lo denuncia es atacada. A una periodista le bajan los calzones en la calle, y la amenazan de muerte tras presentar una denuncia formal. Una profesional, cualquiera, habla del abuso de poder por parte de su jefe directo, y la despiden de forma injustificada. Esa es la realidad de México y por la cual no se puede apegar tan fácilmente a un discurso americano ni europeo. Se debe crear el propio y comprender las aristas de un movimiento a favor de la libertad, igualdad y respeto entre los individuos que conforman la sociedad, sobre todo este último.

Debemos también reconocer que las sociedades se construyen de individuos, de hombres y mujeres, y la concientización de la existencia de un problema de violencia sexual, debe ser para ambos lados. Una mujer debe comprender los distintos escenarios en los que se puede agredir.

Los movimientos de #MeToo que se han dado las últimas semanas en México para denunciar casos de acoso y hostigamiento en el trabajo, son un foro en el que las mujeres pueden alzar la voz y realizar denuncias anónimas. ¿Por qué de esta forma? Porque la justicia nunca ha jugado del lado de una víctima.

Suelen atacar al denunciante y se le exige que acuda a las autoridades antes de realizar la denuncia por redes sociales. Pero la historia nos ha dictado un camino distinto y hablarle a un policía resulta, pues, inútil.

Las denuncias que se realizan en páginas de redes sociales como #MeTooMúsicosMexicanos, #MeTooCineMexicano, #MeTooEscritoresMexicanos y más, son válidas. Sin embargo conlleva ciertas responsabilidades, y una de ellas es comprender el poder de una palabra.

Un acosador puede terminar con la vida personal, íntima, profesional e incluso espiritual de una víctima. Y una denunciante puede terminar, del mismo modo, con la vida personal, íntima, profesional e incluso espiritual de alguien que es acusado bajo falsos testimonios.

La falta de justicia y procesos legales han orillado a las mujeres a realizar su denuncia de esta forma, pero de ninguna manera se deben levantar falsos ni tampoco de venganza.