Redacción.- Por las altas temperaturas registradas siempre se emiten precauciones como mantenerse hidratado a lo largo del día, sin embargo, suele dejarse de lado el fenómeno contrario a la deshidratación: la sobrehidratación.
Aunque la secretaria científica de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación, Andrea Calderón, reconoce que aunque “es menos común que haya una sobrehidratación”, esta también puede acarrear peligros para la salud.
“Es difícil que una persona se sobrehidrate, pero existe la posibilidad cuando bebe más agua de la que necesita de forma prolongada”
La razón es que muchas personas creen que “así perderán peso más rápido”, continúa la experta. Todo esto no es cierto. “La ingesta de líquidos ayuda a evitar la retención de líquidos, pero beber de más no va a hacer que nos deshinchemos más, y mucho menos que perdamos peso o movilicemos grasa como es común leer en algunos ‘blogs’ no científicos”, alerta Calderón.
Entre siete y nueve litros diarios, es la cantidad de líquido en un día para alcanzar la sobrehidratación.
Una persona no sólo puede sobrehidratarse con agua: cuentan todos los líquidos “especialmente algunos complementos deportivos o dietéticos o un consumo de infusiones o té, incluyendo refrescos zumos.
En primer lugar, es necesario destacar que estar sobrehidratado “no debe suponer un peligro cardiovascular o metabólico porque nuestro organismo tiene capacidad suficiente de filtrar y eliminar el agua sobrante mediante la orina, las heces, la transpiración de la piel y el sudor”, puntualiza la experta.
No obstante, un consumo muy elevado de agua, considerado como intoxicación por agua, puede derivar “en un riesgo cardiovascular, especialmente en deportistas de alta competición”, según Calderón, que son los grupos de riesgo en este sentido. En este caso, “si la sobrehidratación es considerable, puede llevar a un fracaso cardiaco e incluso la muerte”, sostiene la experta.
En cuanto a los síntomas, a nivel físico, la persona puede sentir calambres derivados de problemas musculares y, si la complicación es mayor, problemas cardiacos. A nivel cerebral, notarían en principio aumento de la presión intracraneal, cefaleas, náuseas, vómitos y malestar digestivo en general.
Para atender la sobrehidratación, la dietista-nutricionista considera que lo primero que hay que hacer es acudir a un médico para que lo diagnostique y paute el tratamiento acorde.
En general, el mensaje que ha de quedar claro es que el organismo tiene un mecanismo adecuado que avisa de cuándo se necesita beber y regula el balance hídrico. Por lo tanto, “la mejor recomendación respecto al consumo de agua es ‘bebe cuando tengas sed’