Redacción.- El estado de Texas tiene previsto ejecutar este jueves al ciudadano mexicano Abel Revill Ochoa, que fue condenado a muerte por asesinar en 2002 a cinco miembros de su familia en Dallas.
Si ningún tribunal intercede antes en su favor, Ochoa, que tiene 47 años, recibirá pasadas las 18.00 hora local, una dosis letal del sedante pentobarbital en la prisión de Huntsville, cercana a Houston.
Tanto los tribunales estatales de Texas como el Supremo de EEUU han rechazado hasta la fecha los recursos presentados por su defensa, que todavía puede interponer nuevas apelaciones para tratar de detener la ejecución.
Además, a Ochoa aún le quedaría la esperanza de que la Junta de Perdones de Texas recomiende conmutar su pena de muerte por una condena a cadena perpetua, aunque es algo que muy raramente sucede.
Nacido en la localidad de Vicente Guerrero, en Durango en 1973, Ochoa fue condenado a muerte en 2003 por los crímenes contra su propia familia cometidos el 4 de agosto del año anterior.
Ese día, un domingo, tras ir a la iglesia, Ochoa le pidió a su esposa Cecilia 10 dólares para comprar crack, droga a la que era adicto. De vuelta a su casa, consumió toda la droga que había comprado en el jardín trasero mientras dentro del hogar estaban su esposa, sus hijas Crystal, de 7 años y Anahi de 9 meses, sus cuñadas Jaqueline y Alma -hermanas de Cecilia- y su suegro, Bartolo.
Según una confesión posterior a su captura, Ochoa quiso consumir más crack, pero como sabía que su esposa no le daría dinero fue hasta la habitación y sacó del armario una pistola cargada que tenía ahí guardada.
Ochoa fue entonces hasta la sala de estar, donde estaba toda su familia, y mató a tiros a su esposa, a la bebé, a su suegro y a su cuñada, mientras que su otra cuñada, Alma, quedó herida de gravedad.
A su otra hija la mató de cuatro tiros mientras corría hacia la cocina tratando de escapar.
Ochoa fue detenido aproximadamente media hora después de la masacre mientras retiraba dinero de su esposa de un cajero automático.