Las principales agencias espaciales internacionales y los organismos de defensa están en alerta debido a la inminente caída de los restos de un enorme cohete chino.
Se trata de la primera etapa del Long March 5B que fue lanzado al espacio la pasada semana con el primero de los módulos que integrarán la nueva estación espacial china y tras llevar a cabo la tarea de poner en órbita las nuevas instalaciones, parte del cohete volverá a ingresar en la atmósfera.
Aunque previsiblemente la mayoría de estos trozos se desintegren antes de llegar al suelo, el problema es que algunos restos sobrevivan y se desconoce el lugar y la fecha exactas en las que acabarán cayendo.
Medios estadounidenses informan que se espera que entre en la atmósfera de la Tierra “alrededor del 8 de mayo”.
El portavoz del Departamento de Defensa de Estados Unidos, Mike Howard, dijo que el Comando Espacial de ese país está rastreando la trayectoria del cohete.
El Escuadrón de Control Espacial número 18 de Estados Unidos proporcionará actualizaciones diarias sobre la ubicación del cohete a través del sitio web Space Track, agregaron.
La agencia espacial rusa Roscosmos también ha activado sus sistemas de rastreo. Sus cálculos indican que existe una ventana de reentrada entre la noche del 7 y la tarde del 9 de mayo.
Si bien la mayoría de los objetos de desechos espaciales se queman en la atmósfera, el tamaño del cohete, 22 toneladas, ha generado preocupación porque algunas de sus piezas más grandes puedan volver a entrar en la atmósfera y causar daños si golpean áreas habitadas.
A diferencia de los antiguos cohetes de la serie Long March, la etapa central de Long March 5B utiliza hidrógeno líquido y oxígeno líquido como combustible.
Los cohetes de la serie Long March 2, 3 y 4 de la generación anterior utilizan una combinación propulsora hipergólica tóxica de hidracina y tetróxido de nitrógeno, lo que haría que los escombros que sobrevivan a la reentrada sean potencialmente peligrosos para cualquiera que se acerque a los restos.