Agencias.- Un niño argentino autista conquistó hoy al papa Francisco al interrumpir de manera sorpresiva la audiencia pública de los miércoles y subir hasta el escenario en el Aula Pablo VI del Vaticano.
Wenzel Eluney estaba sentado en las primeras filas de la sala y en un momento determinado escapó de su madre y subió a la zona donde estaba sentado el pontífice celebrando la audiencia y se puso a jugar alrededor de uno de los guardias suizos y a correr por ese espacio.
La madre llegó inmediatamente para tratar de controlarlo y se arrodilló frente a Francisco justificándose: “Es un chico especial, porque él no habla, tiene autismo”.
El pontífice respondió inmediatamente: “Déjalo. Si quiere jugar acá déjalo”.
Durante varios minutos, el niño correteo libre por el escenario e incluso su hermana pequeña también subió para intentar, sin éxito, devolverle a su sitio. Jugó arrastrándose por el suelo y mirando de cerca de un guardia suizo pontificio, a quien le tomó de la mano y jugó con él, mientras los presentes estaban entre sorprendidos y divertidos.
“Este chico no puede hablar. Pero sabe comunicar, sabe expresarse y tiene una cosa que me hizo pensar: es libre, indisciplinadamente libre”, reflexionó el Papa después, cuando le tocó el momento de los saludos en español.
Pero es libre, y me hizo pensar a mi: ¿Yo soy también libre, así, delante de Dios? Cuando Jesús dice que tenemos que hacernos como niños nos dice que tenemos que tener la libertad que tiene un niño delante de su padre. Creo que nos predicó a todos este chico. Y pidamos que tenga la gracia de poder hablar”, agregó.
Luego, durante su catequesis semanal, el líder católico habló del amor, que “invita a la confianza y a la obediencia”, además de rescatar al ser humano del engaño de las idolatrías, del deseo de acaparar cosas y dominar a las personas, buscando seguridades terrenales que vacían y esclavizan.
Además, aclaró que el cumplimiento de los mandamientos debe darse desde “la perspectiva de la carne” y no simplemente como el seguimiento de una serie de prohibiciones.
Actuar así, sostuvo, es “una condena” y “un titánico esfuerzo para ser coherentes con la norma”.
A la salida de la audiencia los padres del niño, argentinos, pero que viven en Italia desde hace años, explicaron a los medios entre risas, que la acción del niño “no estaba programada” y que es “una de esas cosas hermosas que regala Dios”.