Una casona olvidada por el tiempo, envuelta en historias de horror y tragedia, y que sigue alimentando las leyendas urbanas ha vuelto a abrir sus puertas y con ella el miedo que por décadas envolvieron a la calle de Aramberri.
Lo que alguna vez fue un hogar lleno de vida se convirtió en escenario de uno de los crímenes más espeluznantes de la ciudad, y ahora con su reapertura, el eco de aquellos terribles eventos parece cobrar nueva vida.
Hace 91 años una casa ubicada en el número 1026 de la calle Aramberri, en Monterrey, Nuevo León fue escenario de un doble homicidio que conmocionó a la sociedad de la época. El crimen quedó marcado en la memoria colectiva debido a su brutalidad y, con el paso de las décadas, alrededor del inmueble surgieron relatos de terror locales.
Por mucho tiempo, la llamada Casa Aramberri estuvo en total abandono, lo cual no hizo más que alimentar las historias en torno a ella. Pero la situación cambió este año, con la apertura de un restaurante.
El 9 de octubre fue el día de inauguración de “Hamburguesas La Casa de Aramberri”, a donde cientos de personas hicieron filas, atraídos por el misterio que rodea.
Los hechos
En el fatídico año de 1933, las víctimas, Antonia Lozano de Montemayor y su hija Florinda Montemayor, fueron brutalmente asesinadas dentro de la casa. Los rumores apuntan a que el principal sospechoso fue un conocido de la familia. Delfino Montemayor descubrió el asesinato de su hija Florinda al regresar de su trabajo en la Fundidora. La encontró degollada, con las manos atadas, y cubierta por un cobertor, lo que inicialmente sugirió un robo, ya que faltaban objetos de valor. Una pista clave fue un rastro de sangre que condujo a una carnicería de Gabriel Villareal, donde se encontraron prendas ensangrentadas. Las investigaciones revelaron que los atacantes podrían haber sido conocidos de las víctimas, ya que no se forzó la puerta. Finalmente, los culpables fueron identificados como Fernando y Heliodoro Montemayor, familiares de Delfino, junto con varios cómplices.