En lo que va de año, 25 sujetos acusados de pedofilia, han sido condenados en Kazajistán a castración química forzada, según anunció el vicepresidente del Comité de Policía Administrativa del Ministerio del Interior del país, Alexéi Miliuk.
Según el vicepresidente del comité, en 2020, el número de delitos sexuales contra menores aumentó en el país en un 4,8 %.
La castración química, obligatoria o voluntaria (que se da a cambio de una reducción de condena), se utiliza en varios países, como medida para proteger a los niños.
En Kazajistán, la ley sobre la castración química de pedófilos entró en vigor el 1 de enero de 2018 y el procedimiento se aplicó por primera vez a cuatro condenados en 2019.
El método implica la administración de fármacos anafrodisíacos que reducen la libido del receptor y, supuestamente, la actividad sexual.
Este procedimiento ha reemplazado en muchos casos a la castración quirúrgica, que se considera más invasiva e irreversible. De hecho, los efectos de la castración química sobre el deseo sexual son reversibles y desaparecen cuando se suspende el tratamiento.
Aun así, varios psicólogos, abogados y activistas de derechos humanos abogan por abandonar este método.