Redacción.- El pasado sábado feligreses que se encontraban orando en una sinagoga de Poway, California, fueron víctimas de un joven atacante quien ingresó al inmueble disparando contra las 100 personas que se encontraban en el interior.
En el tiroteo falleció una mujer de 60 años y tres personas más resultaron heridas, entre ellos el rabino y una pequeña de 8 años.
Minutos después de que el atacante huyó el rabino Yisroel Goldstein envolvió su mano ensangrentada en un manto de oración y se dirigió a su aterrorizada congregación con la promesa de mantenerse firme frente a otro atentado letal en un templo.
“Somos una nación judía que mantendrá su confianza. No permitiremos que estos actos de terrorismo nos hundan”, dijo Goldstein después de los disparos.
Goldstein dijo que se estaba preparando para una ceremonia en el último día de la Pascua judía cuando vio frente a él a un joven con anteojos oscuros y un fusil.
“No podía verle los ojos. No podía verle el alma”, dijo el rabino. Alzó las manos para protegerse y perdió uno de los dedos de un balazo. Y entonces, relata Goldstein, “milagrosamente el arma se atascó”.
La pequeña de 8 años dijo que apenas había terminado de rezar y estaba por salir a jugar con otros niños cuando comenzaron los disparos. Su tío los sacó a ella y a otros niños del lugar.
“Estaba muy, muy asustada”, señaló. “No vi a mi papá. Pensé que había muerto.
John T. Earnest, de 19 años, se entregó a la policía, la policía inspeccionó su casa y señaló que también se le investiga con relación a un incendio provocado en una mezquita en la localidad de Escondido, California, el 24 de marzo.