En el último informe de autoridades, ya suman 37 personas que murieron en el ataque a una guardería en la provincia de Nong Bua Lamphu, en Tailandia, una de las peores matanzas perpetradas en el país del este asiático.
Entre las víctimas estaban 23 niños, que murieron luego de que un expolicía abriera fuego en el establecimiento.
Uno de los maestros del centro declaró a los medios locales que pensaban que el hombre quería algo, al irrumpir en la guardería; después de todo lo conocían porque su hijo asistía al mismo centro, aunque no había estado allí desde hacía un mes.
Los cuidadores intentaron cerrar las puertas y fue entonces cuando el hombre atacó indiscriminadamente.
“Al principio, la gente pensó que eran fuegos artificiales”
El atacante entró a la fuerza en una habitación cerrada donde los niños tomaban su siesta y los apuñaló. Solo un pequeño sobrevivió.
El atacante huyó pero la policía ya había sido alertada y se inició una persecución; se dirigió a su casa, donde mató a su esposa y su hijo y después se suicidó, informó la policía.
Más de 90 niños asisten al centro, pero debido al mal tiempo y una avería en el autobús, solo 24 de ellos asistieron ese jueves.
Varias de las víctimas eran personal de la guardería, algunos fueron asesinados mientras almorzaban y los que intentaron bloquear el paso del atacante.