El telescopio espacial James Webb logró detectar y medir el asteroide 2024 YR4, que había sido identificado como una posible amenaza de colisión contra la Tierra y se convirtió en el objeto más pequeño observado hasta la fecha por el telescopio y uno de los pocos cuyo tamaño ha sido medido directamente, según informó la Agencia Espacial Europea (ESA), que opera el telescopio junto con la NASA y la Agencia Espacial Canadiense (CSA).
Las observaciones se centraron en estudiar las propiedades térmicas del 2024 YR4, incluyendo la rapidez con que se calienta y se enfría, así como su temperatura a su distancia actual del Sol.
Estos datos sugieren que el asteroide no comparte las características observadas en objetos más grandes, lo que podría deberse a su rápida rotación y la falta de arena fina en su superficie. Aunque se requieren más estudios, estos hallazgos son consistentes con una superficie predominantemente rocosa, con fragmentos de tamaño similar al de un puño o mayor.
Recientemente, el asteroide 2024 YR4 fue observado de cerca por el equipo del Centro de Coordinación de Objetos Cercanos a la Tierra de la ESA, en Italia. Expertos en defensa planetaria del programa de Seguridad Espacial de la Agencia colaboraron con la NASA y con la comunidad internacional dedicada al monitoreo de asteroides para refinar la órbita del objeto, lo que permitió determinar que no representaba un riesgo de impacto contra la Tierra en 2032.
Según las observaciones realizadas por Webb, el asteroide tiene un diámetro aproximado de 60 metros, una medida comparable a la altura de un edificio de 15 pisos.
En cambio, la Luna podría ser quien reciba el impacto.
Un evento de este tipo, lejos de representar un peligro, se considera una oportunidad única: permitiría observar en tiempo real cómo se forma un cráter lunar a partir del impacto de un asteroide conocido y perfectamente caracterizado. Sería la primera vez en la historia de la ciencia que se presencia tal fenómeno con este nivel de precisión.
La próxima ronda de observaciones del JWST está programada para mayo de 2025. En ese momento, los científicos buscarán trazar con mayor precisión la órbita del asteroide antes de que este se pierda, quizás durante décadas, en las regiones más distantes del sistema solar. Será, tal vez, la última oportunidad para saber si el 22 de diciembre de 2032 será una fecha grabada en la superficie lunar.