Un centenar de admiradores acudieron este sábado a la tumba de Jim Morrison, el legendario vocalista de The Doors, en el cementerio parisino de Père Lachaise, para rendir homenaje al cantante en el 50º aniversario de su muerte.
Acudieron con camisetas con la imagen de Morrison, algunos bebiendo cerveza e incluso fumando porros a escondidas.
Fue una multitud de fans los que se acercaron a la lápida para recordarlo.
Oficialmente, Jim Morrison murió de un paro cardíaco el 3 de julio de 1971 en su departamento parisino, pero en los últimos años la hipótesis de que habría fallecido por una sobredosis en un club de la capital francesa, Rock’n’Roll Circus, ha ido ganando terreno, alimentada por libros y entrevistas con testigos de la época.
Jim Morrison nació el 8 de diciembre de 1943 en la localidad de Melbourne, Florida, hijo de un oficial de la Armada estadounidense, pasó sus primeros años de vida en diversas bases a las que su padre era destinado.
Pero cuando llegó a la costa oeste en 1964 e ingresó el departamento de teatro de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), arrancó el proceso que culminaría con la fundación de The Doors.
Su irrupción en la escena musical se da en enero de 1967 con el disco The Doors y su primer número 1: “Light My Fire”.
Entre esas seis producciones hay, a lo largo de cuatro años y meses, infinidad de presentaciones en varias partes del mundo, incluyendo México. Conciertos en teatros, arenas, estadios, programas de televisión, revelan la intensidad y el talento de Morrison y su grupo en vivo.
Pero la fama para un artista como él pareció afectarle más que beneficiarle. Tras su último disco, viajó a Francia para escribir poesía y un guión de cine, proyectos que nunca concretaría pues falleció.
Así se apagó quien mejor personificó la figura de estrella de rock: juventud, galanura y carisma.