Se cumplieron cuatro meses del inicio de la guerra entre Hamás e Israel, y ante ello el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, rechazó contundentemente la propuesta del grupo islamista palestino para una tregua.
Aseguró que irá por una “victoria absoluta” ordenando además al Ejército que “prepare” una ofensiva sobre Rafah, en el sur del enclave y fronteriza con Egipto, donde están hacinados cientos de miles de palestinos desplazados.
El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, quien está de visita en Israel, evaluó la propuesta de pacto de tregua de Hamás.
En una conferencia de prensa el dirigente israelí dijo que aceptar las condiciones de Hamás, que incluyen un alto el fuego de 135 días a cambio de la liberación de rehenes, llevaría a “otra masacre y a una gran tragedia en Israel, que nadie estaría dispuesto a aceptar”.
La preocupación internacional se intensificó ante la posibilidad de una ofensiva terrestre israelí en Rafah. Funcionarios de la ONU advirtieron sobre la posibilidad de una “pérdida de vidas a gran escala” y el riesgo de crímenes de guerra en caso de un asalto.
Aunque algunos mediadores vieron positivamente la propuesta de Hamás como una señal de disposición a futuras negociaciones, Netanyahu destacó que la liberación de los más de cien rehenes, en poder de Hamás, solo ocurriría mediante la presión militar continua sobre el grupo.